Comentario
Desde el mes de junio de 1969, según el programa de la administración Nixon, las fuerzas americanas habían comenzado a regresar a los Estados Unidos, de forma que a comienzos de 1972 su presencia se podía cuantificar en tan sólo unos 139.000 hombres pertenecientes en su mayor parte a unidades logísticas y de soporte. La misma decisión fue adoptada por las unidades neozelandesas y australianas, que para entonces habían regresado completamente a su país. Las únicas unidades de combate que quedaban, con misiones prácticamente defensivas, eran el primer Regimiento de Caballería y la primera Brigada aérea, en el área de Saigón, y la 196 Brigada de infantería de Da Nang.
Se cerraron numerosas bases y otras fueron puestas bajo el control del ejército survietnamita. Además, entre las formaciones aliadas que aún se encontraban presentes, había un contingente surcoreano y un cierto número de consejeros militares al abrigo de algunos comandos y unidades de elite.
El general Giap, Jefe de Estado Mayor de las fuerzas de Hanoi, pensó que había llegado el momento de ordenar una invasión a gran escala dirigida a la conquista de territorios survietnamitas y, si se consiguiera la victoria, destinada también a llevar al fracaso al gobierno de Saigón. La operación se planificó de forma que las fuerzas atacantes procedieran según tres directivas en tres diferentes áreas tácticas. La primera directiva de ataque se colocó al sur de la zona desmilitarizada teniendo como objetivo Quang Tri; la segunda, a través de los altiplanos centrales, y dirigida hacia Kontum, mientras que la tercera, dividida en dos troncos, apuntaba hacia An Loc y Tay Ninh, situada a cien kilómetros de Saigón. La totalidad del ejército regular nordvietnamita se implicó en esta operación utilizando un elevadísimo número de carros armados de fabricación soviética T34, T54 y T55, además de los vehículos blindados PT76, apoyados por la artillería de largo alcance y por los misiles antiaéreos SAM. La fuerza nordvietnamita implicada en el ataque de norte a sur podía ser cuantificada en unas 14 divisiones además de 27 regimientos autónomos.
El primer ataque tuvo lugar durante las primeras horas del 30 de marzo en la zona desmilitarizada, protegido por un violentísimo fuego de artillería que cogió de improviso a las unidades survietnamitas. Las viejas bases de fuego americanas cayeron una detrás de otra bajo la fortísima presión de los atacantes, que parecían, cada vez más, imparables. En cinco días, muchas áreas septentrionales pasaron a ser controladas por Hanoi, excepto la cabeza de partido regional de Quang Tri, a pesar de que la situación no era de las mejores. Así llegó el momento del segundo ataque dirigido, en la parte meridional, contra Tay Ninh, que fue destruida, y contra An Loc, que fue rodeada; mientras, en los altiplanos centrales, otra fuerza de ataque, la tercera, se dirigía hacia Kontum. El ejército survietnamita, privado del soporte combatiente terrestre americano y aliado, se encontró de golpe, sin más opciones, con la necesidad de hacer frente un asalto de enormes consecuencias, para el que, al menos al comienzo, no estaba preparado. La misma elección del período del año, el comienzo de la estación monzónica, querido por el general Giap, estaba a favor de los atacantes en cuanto que impedía un constante apoyo aéreo a los defensores.
Los combates fueron particularmente duros durante todo el mes de abril. Un intento de contraataque coreano en la zona de los altiplanos centrales no obtuvo ningún resultado, a excepción de aumentar el número de los caídos en ambas formaciones. El uno de mayo, la presión nordvietnamita fue tal que provocó la caída de Quang Tri. La respuesta americana no se hizo esperar; el presidente Nixon ordenó a los seis portaaviones americanos presentes en el Mar Chino meridional que realizaran incursiones para bombardear a las fuerzas atacantes; la orden, además, se extendió a las formaciones de bombarderos B 52 y a otros bombarderos que operaban desde las bases de Thailandia y la isla Guam.
Una verdadera avalancha de fuego se abatió sobre los comunistas. Los bombardeos provocaron numerosas pérdidas en las unidades nordvietnamitas, que no consiguieron detener totalmente la ofensiva. De esta forma, a principios del mes de mayo, el gobierno americano decidió minar los puertos de Vietnam del Norte para intentar desestabilizar la situación que se estaba creando en la península.
La estrategia del general Giap no resultó totalmente adecuada; la opción de dividir las propias fuerzas para atacar en tres puntos diferentes llevó a los nordvietnamitas a no disponer de fuerzas suficientes, después de los éxitos iniciales, para posteriores y decisivos avances en profundidad... Además, después de los grandes éxitos iniciales, los atacantes se detuvieron, permitiendo al ejército de Saigón reorganizar sus propias filas y enviar unidades de socorro.
Otro elemento negativo a tener en cuenta durante los ataques de las unidades de Hanoi fue el de que la mayor parte de los comandantes desplazados al campo no tenía experiencia en la cooperación con unidades de infantería y unidades acorazadas. Por ello, los medios acorazados se lanzaron con frecuencia en infructuosos ataques sin la protección de la infantería, o fueron enviados a zonas llenas de escombros, creados por la propia artillería nordvietnamita, en donde se convirtieron en una presa fácil, imposibilitados para maniobrar adecuadamente por las unidades de infantería survietnamita armadas con armas anticarro.
Además de eso, los continuos ataques de las unidades de infantería contra las plazas fuertes del gobierno de Saigón supusieron unas pérdidas humanas muy elevadas, lo que a la larga hizo que disminuyera la supremacía numérica de los nordvietnamitas en relación con el contingente con que contaba al comienzo de la ofensiva.
De esta forma, el tan esperado derrumbamiento del ejército de Saigón no se produjo; es más, éste se armó de valor y detuvo a sus atacantes. Las ciudades de Hué, Kontum y An Loc, aunque llenas de interminables asedios, resistieron: durante el Tet, los soldados survietnamitas comprendieron que estaban combatiendo por la propia tierra y por su propia supervivencia. Hay que hacer notar, además, que la sustitución de algunos oficiales incompetentes, ordenada por el presidente Van Thieu, fue otro elemento que excitó la combatividad de algunas unidades.
Las fuerzas de Saigón eran decididamente inferiores a los atacantes, los cuales habían recibido buenos apoyos de medios y materiales de la Unión Soviética y de China, y se habían aprovechado de bases de partida en los vecinos territorios neutrales. Frente a dicha superioridad, el apoyo aéreo estadounidense fue un elemento de soporte nada desdeñable que favoreció el rechazo de las distintas ofensivas actuando sobre las líneas de refuerzo evitando su regularidad.
Durante el mes de mayo, los combates prosiguieron en cada una de las tres regiones militares con una intensidad verdaderamente elevada, aunque los atacantes iban perdiendo poco a poco la iniciativa. Durante los primeros días del mes de junio, los comunistas comenzaron a retirarse, atacados por los cuerpos de elite survietnamitas, como los marines y las unidades de paracaidistas. El ejército survietnamita demostró ser capaz de operar a nivel terrestre incluso sin las unidades de infantería americanas, a pesar de que las bases de partida y los "santuarios" enemigos de Camboya y Laos permanecieron intactas, permitiendo las operaciones de salvamento de las unidades de Hanoi supervivientes y su reconstrucción, apoyados por todos los países del Este. Tres años más tarde, tal cantidad de medios y armamentos resultó fatal para Vietnam del Sur, completamente abandonado por los occidentales.
Un arma decididamente característica y particularmente utilizada durante los encuentros de la Ofensiva de Pascua fue el lanzamisiles M72 LAW (Light Anti-Armour Weapon). En dotación en las fuerzas armadas estadounidenses como arma ligera anticarro, también fue entregado al ejército survietnamita para los destacamentos de infantería. Se trata de un lanzamisiles de disparo individual utilizable una sola vez, de peso muy contenido (2,35 kg) capaz de perforar corazas de acero de hasta incluso 30 centímetros de espesor. Se compone de dos tubos concéntricos, el exterior de vetroresina, con los mecanismos de disparo y de puntería, y el interior, de aluminio, en el que se contiene el misil. La estabilización del misil se producía durante el vuelo mediante unas aletas especiales.
El peso contenido del 72 LAW permitía que, en casos de necesidad, un soldado pudiera llevar incluso dos o tres, además del normal equipamiento. Un inconveniente que se encontró en el arma después de largos períodos de almacenamiento en zonas especialmente húmedas de Indochina era el malfuncionamiento eléctrico. Con todo, el arma demostró ser decisiva y contundente contra los vehículos acorazados comunistas, que en muchos casos pagaron a un alto precio sus distintos intentos de ataque.
Otra arma que pudo demostrar durante el conflicto, por enésima vez, sus cualidades, fue la pistola semiautomática Browning HP de calibre 9 mm. Especialmente apreciada durante el segundo conflicto mundial por ambas formaciones, en Vietnam fue adoptada principalmente por miembros de las fuerzas especiales y por los consejeros militares americanos y aliados, convirtiéndose enseguida en el arma utilizada también por los destacamentos de elite survietnamitas. El arma se apreciaba por su precisión de tiro y por tener el cargador de dos hileras de trece cartuchos que le permitía una autonomía de tiro muy superior a la Colt 1911 calibre 45. Estaban disponibles varios modelos con alza regulable o sin ella, según el tipo de uso que se le fuera a dar, o de las demandas del usuario.
El único punto, tal vez, en su contra, puede ser, según afirma un cierto número de especialistas con experiencias bélicas en el área, que requiere una mayor necesidad de manutención, siempre en relación con la Colt 1911 reglamentaria de las fuerzas armadas americanas y survietnamitas. A parte este pequeño punto negro, la Browning HP es un arma de óptimo nivel, encontrándose aún hoy en uso en numerosos ejércitos.